Ensayo académico: «Lost in Translation» (2003) escrita y dirigida por Sofía Coppola

En el presente ensayo abordaré el análisis de la obra cinematográfica Lost in Translation de Sofia Coppola desde un punto de vista crítico, centrándome en las representaciones culturales que aparecen y su relación con los protagonistas, utilizando de apoyo en mis observaciones y conclusiones los textos: «Introducción» de Orientalism y el fragmento de Cultura e Imperialismo: 3. Dos visiones en el corazón de las tinieblas, ambas obras de Edward Said.

En primer lugar, expondré las representaciones culturales que, a mi parecer, son más significativas y, describiré la impresión que transmiten los protagonistas. Posteriormente, analizaré la relación entre ambos desde el punto de vista crítico que aportan los textos de E. Said, y finalmente, concluiré con la afirmación de la tesis central: El desconocimiento hacia otras culturas es potenciado por la «hegemonía de las minorías poseedoras». A través de un imaginario colectivo que se impone como referente, se anula la necesidad humana de encontrarse en «el otro».

Considero que la trama de la película se apoya en estereotipos para caracterizar a la sociedad japonesa, que representa a través de la generosidad excesiva -como por ejemplo a través del trato del grupo de ayudantes hacia Bob Harris- y la excentricidad de los personajes japoneses que aparecen -director del Spot publicitario que protagoniza Bob.- Estos estereotipos son representados de forma superficial y el protagonista los interpreta como ridículos.

Por otro lado, es interesante analizar la situación común que une a los protagonistas, Charlotte y Bob: Ambos atraviesan una depresión o crisis existencial -síntoma clásico del inconformismo estadounidense que aparece en varias obras cinematográficas como «American Beauty» de Sam Mendes (1999)-, junto con un constante sentimiento de vacío en general.

Así pues, mientras los personajes viven aislados en su decadencia moral y espiritual, Tokyo se les presenta como un ente vivo, que no duerme y que incita al movimiento.

Se pueden encontrar algunas muestras de que los protagonistas se interesan por conocer a la cultura japonesa: como cuando Bob está en la sala de espera del hospital e intenta entablar conversación con un anciano, o cuando Charlotte se acerca a un parque donde encuentra a un grupo de monjes meditando. Sin embargo, no tienen éxito en ninguna de sus empresas, se puede observar una desvinculación total con el ambiente que los rodea.

En este sentido, considero que, tal como describe Said en Cultura e Imperialismo: 3. Dos visiones en el corazón de las tinieblas, existe una difusión de esquemas de pensamiento en los personajes, que en ningún momento son puestos en discusión: a ambos les basta con reconocerse en un igual, para sentirse mejor, ninguno hace el esfuerzo por conocer verdaderamente la ciudad. Bob no sale del hotel más que para grabar el spot publicitario; mientras que Charlotte sí, pero siempre como mera espectadora, nunca consigue una interacción real con el entorno.

Como expone Said, «dedicamos demasiado poco tiempo a “aprender de otras culturas” -la frase posee vaguedad inane- y mucho menos aún a estudiar el mapa de interacciones, el tráfico real, cotidiano y productivo casi minuto a minuto entre los estados, las sociedades, los grupos y las identidades.» (Said, 58).

Ambos personajes, se encuentran totalmente ensimismados en sus “problemas”, que desde mi punto de vista, no son problemas reales. Son estos esquemas de pensamiento o emoción los que en parte, alejan a los protagonistas de la realidad.

Por otro lado, es interesante analizar la forma en la que se presenta la figura del actor Bob Harris: Existe una superioridad intelectual en su papel de cara al entorno y a las personas japonesas que interactúan con él. Me parece clave su personaje, en tanto es la representación clara de la superioridad intelectual occidental a la que hace referencia E. Said en su obra Orientalismo.

Es oportuno, en este sentido, analizar su papel con el concepto de hegemonía de las ideas occidentales que expone Said: Se reitera una superioridad occidental sobre un «otro» retrasado. Es clave ejemplificar esta afirmación con la escena en la que fotografían a Bob pidiéndole poses ridículas, desde su punto de vista, y con la escena en la que sus contratantes envían a una mujer a su habitación para que, supuestamente, tengan relaciones sexuales, quien se tira al suelo escenificando un espectáculo entre degradante y absurdo.

La sensación que se lleva el receptor del conjunto de escenas, es que la sociedad japonesa es extravagante, extraña: No hay forma de que, como espectadores, podamos entender por qué se comportan como lo hacen.

En consecuencia, es posible afirmar que, Lost in Translation, contribuye a sostener la idea de superioridad intelectual entre Occidente y Oriente, de la que se sirve Said para exponer sus ideas: Se trata de una obra que años más tarde, se transformó en una película de culto en la sociedad occidental, por lo tanto, es otra producción cultural que se ha tornado un referente en la creación del imaginario colectivo de lo otro, lo exótico.

Poniendo en la práctica el razonamiento de Said, nos encontramos ante un claro ejemplo de cómo la producción cultural tiene una influencia directa sobre los sujetos que se identifican con la cultura -y por tanto, con los estereotipos- que los representa.

Esta fuerza que tiene la producción cultural referente, es un medio para fortalecer las configuraciones de poder: Tiene la capacidad persuasiva suficiente para que las personas que se identifican a través de su discurso, actúen de la misma forma, piensen a partir de la misma estructura, y por lo tanto, no revisen el conocimiento que tienen hacia las otras culturas. Se crea, de este modo, y como expone Said, una configuración predominante acerca de lo que es «el otro» que jamás se pone en discusión, se acepta sin crítica en la educación y se repite recurrentemente.

Como bien expone el autor palestino-estadounidense: «Se nos enseña a venerar nuestras naciones y a admirar nuestras tradiciones, a lograr nuestras metas con violencia sin tener en cuenta a otras sociedades».

En este sentido, relacionando lo expuesto a los intereses político-económicos occidentales, considero que existe una intencionalidad imperialista en perpetuar el distanciamiento cultural, y en definitiva, humano. La fundamentación de esta necesidad, es que la división cultural también es esencial para que siga existiendo una «hegemonía de las minorías poseedoras» (Said, 1978).

La división cultural se consigue gracias a la autoridad esquemática con la que se dota a los textos -y discursos-, que se impone sobre los contactos humanos reales. Esto, como expone Said, en el capítulo IV de Orientalismo, llamado «Crisis» -que aunque hace referencia fundamentalmente a los textos y a la literatura, considero apropiado ampliar su definición a la producción cultural global- se refuerza a partir de toda una genealogía intelectual oficial del orientalismo, que mantiene las diferencias temporales y raciales de Oriente.

Desde mi punto de vista, el hecho de otorgar autoridad a los textos, proviene de la misma desidia por parte de las personas que se identifican con una cultura y una tradición concretas, las cuales moldean su identidad a partir de la adopción de los esquemas dados sin ningún tipo de proceso crítico y analítico. En este sentido, podemos afirmar que es una situación creada, pero también querida: Es la misma comodidad la que limita a abrirse a otra cultura, a empatizar con lo diferente para apreciar otras formas de ver o entender el mundo. Es de ello de lo que se sirve Occidente para perpetuar un imaginario colectivo que potencia la ignorancia hacia aquellas culturas desconocidas, a fin de mantener una superioridad, a través de la «hegemonía de las minorías poseedoras», que justifica la diferencia, con el fin último de ejercer su poder político-económico sobre quienes no tienen voz, aquellos que son caracterizados por un imaginario colectivo que los somete a ser inferiores.

En todo ello, es clave la producción cultural, como he expuesto en este ensayo, Lost in Translation sigue siendo considerada un referente y una película de culto hasta nuestros días, consiguiendo perpetuar una imagen muy perturbada y distorsionada de lo que es la cultura oriental.

Bibliografía y recursos

Lost in Translation. Coppola, S. Focus Features, 2003.

SAID, Edward W. Orientalismo. Traducido por María Luisa Fuentes, Random House Mondadori, 2002, pp. 19-50

SAID, Edward W. Cultura e Imperialismo. Traducido por Nora Catelli, Aneagrama, 2004, pp. 056-73.

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