Análisis crítico del film “Persona” (1966) dirigido y producido por Ingmar Bergman

En el presente ensayo realizaré un análisis crítico de la obra de referencia exponiendo las diversas teorías objeto de estudio, a través de la siguiente categorización por temas: Personajes, relaciones, espacio público vs. espacio privado; y concluiré con una breve reflexión personal.

Personajes
Goffman, Berger y Luckmann, Giddens y Taylor

El título del film aboga a una primera reflexión relacionada con la teoría dramatúrgica de E. Goffman expuesta en La presentación de la persona en la vida cotidiana (2003). La palabra “persona”, etimológicamente significa máscara. Elisabeth Vogler es una célebre actriz de teatro que pierde la voz en la interpretación del personaje Electra. A su vez es esposa y madre, pero la pérdida de voz la ha llevado a ser internada en un hospital, dejando de lado estos dos últimos roles.

Por otro lado, Alma, es una joven enfermera que tiene muy claro su rol dentro de la sociedad y en su vida privada: Está comprometida y tiene planeado ser madre. Ambas dotan a sus roles de determinado expresivismo y realización dramática, afirmándose en sus fachadas personales -Alma mediante su profesión y Elisabeth mediante su carrera de actriz-. No obstante, en el personaje de Elisabeth, ya al inicio del film, esta fachada se encuentra en conflicto, motivo por el cual la actriz ha decidido permanecer en silencio. Considero que esta decisión, convierte a Elisabeth en una persona cínica, bajo el enfoque del autor, en tanto juega con los papeles siendo consciente de cuándo interpretar uno u otro, en función del contexto, así como también, por el hecho de actuar en contra de su deseo cuando se convierte en madre.

En este sentido, se observa una desvinculación entre su verdadero deseo -o no deseo- y el cumplimiento de un mandato social. La maternidad, como canal de realización del modelo idealizado de feminidad, juega en contra de la voluntad de Elisabeth. Su identidad, por tanto, se forma a partir del interjuego entre organismo, conciencia individual y estructura social como afirman Berger y Luckmann en La construcción social de la realidad (1966). Es posible observar en Elisabeth que hay una frustración del deseo o no-deseo que deviene del acto de socialización.

En el personaje de Elisabeth también es posible ver cómo entra en juego la relación entre la afirmación de la identidad y la psicología como terapia. Como expone A. Giddens a partir de J.Rainwater en Modernidad e identidad del yo: el yo y la sociedad en la época contemporánea (1997), la psicoterapia con otra persona es una parte crucial para el proceso de autorrealización, pero sólo puede tener éxito si implica la propia reflexividad del individuo. En el film se observa que Elisabeth no intercambia ningún diálogo con la doctora y que, la verdadera reflexión se produce cuando se retira a la isla con Alma y empiezan a interactuar -motivo por el cual probablemente la doctora decide enviarlas allí-.

Por su parte, Alma se presenta como una identidad formada al inicio del film: Aparece en varias escenas un diálogo interno en el cual se puede observar que autojustifica haber elegido su estilo de vida y su seguridad material. En este sentido, A. Giddens en la obra ya mencionada, argumenta que las personas que temen el futuro, intentan «asegurarse» mediante el dinero, las propiedades, las seguridad social, las relaciones personales, los contratos familiares. También puede observarse la planificación estratégica que Alma hace de su vida. Ella misma acepta que es enfermera como lo fue su madre: «La tradición o los hábitos establecidos ordenan la vida dentro de canales relativamente impuestos. La modernidad coloca al individuo frente a una compleja diversidad de elecciones y, al carecer de carácter fundacional, ofrece al mismo tiempo poca ayuda en cuanto a qué opción se habrá de escoger.» (Giddens; 105).

En los diálogos internos de Alma también puede apreciarse el proceso de interiorización que expone C. Taylor en Fuentes del yo (1996): Las justificaciones de la construcción de la identidad vienen del propio interior y las mismas conforman la validación interna que ordena la vida de las personas, ya que son indicadores de quiénes somos y qué nos sucede.

La invalidación interna deviene en el momento en que Alma relata a Elisabeth un suceso de índole sexual en una playa. En esta escena podemos observar el conflicto entre el deseo sexual de Alma y la posterior culpabilidad que sintió por haber mantenido relaciones sexuales con ese joven que encontró en la playa con una amiga, sumándose más culpabilidad por el hecho de haber abortado. Es decir, existe un conflicto entre organismo e identidad, teniendo en cuenta el enfoque de Berger y Luckmann. Es posible afirmar que al seguir el impulso de su deseo sexual, Alma puso en conflicto su identidad hasta entonces construida. Aunque en el momento del acto sexual no se impusieron los límites por parte de la sociedad, lo hace la misma Alma posteriormente, cuando admite que su actitud no estuvo bien y al sentir cierta culpabilidad por el acto de abortar. En este sentido, la socialización comporta inevitablemente una frustración biológica.

Relaciones

Gergen y Giddens

En cuanto a la relación central entre Elisabeth y Alma, podemos observar varios aspectos interesantes para el objeto de estudio. A través de la relación simbiótica de ambas, es posible entender cómo la conciencia posmoderna ha traído consigo la anulación de la categoría del yo, bajo la teoría de K. Gergen expuesta en su obra El yo saturado. Dilemas de la identidad en el mundo contemporáneo (2006). Se observa en el film la imposibilidad de determinar con total certeza lo que significa ser una determinada persona, ni siquiera qué significa ser persona, hasta tal punto que durante el mismo, se pierde la noción de quién es quién.

En el personaje de Elisabeth es posible observar cómo se ha ido erosionando la idea del yo esencial que explica K. Gergen: Al ser actriz, madre y esposa, Elisabeth se da cuenta de cómo se recrea su identidad en las relaciones. Esta conciencia provoca un inesperado temor en ella, quien para omitir el enfrentamiento a esta intuición, decide permanecer en silencio, como una forma de no acceder a la interacción con el entorno e intentar “conservar su identidad auténtica”. Alma, por su parte, empieza a ser consciente de la construcción de su identidad cuando se relaciona con Elisabeth.

Por otro lado, a través de la idealización que hace Alma sobre la vida de Elisabeth como personaje público, puede observarse cómo se construye la sociobiografía bajo el enfoque del autor. Alma idealiza la vida de Elisabeth, por imaginar en el contexto cultural, lo que significaría llevar una vida de artista/actriz.

Otro aspecto a tener en cuenta sobre la relación entre las protagonistas, es cómo las emociones -que parecen ser expresión de seres autónomos-, realmente son influenciadas por las circunstancias y la reacción de los demás. Un ejemplo es la escena en la que Alma descubre que Elisabeth escribe a la doctora una carta en la que le cuenta sus intimidades llegando a mofarse de ella. Ante esta situación, Alma cambia su actitud hacia Elisabeth y empieza a sentir emociones relacionadas con la traición y el engaño. Por otro lado, sin la complicidad de Elisabeth, las reacciones e historias que relata Alma, carecerían de sentido. Es decir, aunque Elisabeth no hable, existe una reacción mediante los gestos, que validan y permiten que Alma reaccione de una u otra manera.

En cuanto al análisis de la relación en sí, es posible aplicar el enfoque de A. Giddens en su obra de referencia sobre la relación pura. Teniendo en cuenta las características ideales que expone el autor, es posible afirmar que la relación que existe entre Elisabeth y Alma no cumple con los requisitos para ser una relación pura: En primer lugar, la relación no se basa en un lazo estrecho, sino que existe debido a la necesidad de dar y recibir un servicio. Sí es posible afirmar que se fundamenta en lo que puede aportar a los contrayentes, sin embargo, no resulta siendo gratificante para ambas, sino que más bien provoca sentimientos negativos. Tampoco está proyectada con base permanente, sino que su misma creación ya la configura como temporal -fin del tratamiento-. En cuanto a la entrega como centro de las relaciones puras, se observa que no existe, sobre todo por parte de Elisabeth -quien aunque preste su oído y apoyo emocional en ciertos momentos, se mantiene en su silencio y su mismidad-. Es posible observar también el papel codependiente de Alma, quien no es capaz de abandonar la relación, aun detestándola y siendo infeliz en ella. Aunque exista una expresión de su intimidad, en la relación pura, el individuo no sólo se limita a reconocer al otro para encontrar afirmada su propia identidad en sus respuestas.

Espacio público vs. espacio privado

Illouz y Sennett

A lo largo del film, puede entreverse la idea del individuo público que entra en crisis de R. Sennett expuesta en El declive del hombre público (1978): En un primer momento, la crisis que personifica Elisabeth aboga al desplazamiento del sentido de trascendencia del mundo hacia el individuo -secularización- y de la realidad externa a la personalidad: Elisabeth se seculariza del mundo a través de su silencio.

Por otro lado, Alma, comienza su proceso de secularización una vez entra en contacto con Elisabeth, paradójicamente, al sumirse en su propia intimidad y exteriorizarla.

En este sentido, al centrarse las protagonistas en su propia intimidad, se producen los efectos negativos que expone Sennett: Se inflan las expectativas íntimas, que cronifican un sentimiento de insatisfacción y aparece una disposición personal narcicista y autocontemplativa, actitud que es posible identificar en la mayoría de secuencias del film. Por lo tanto, ambas se ven imposibilitadas en realizar una transformación emancipatoria de las realidades que habitan -como profesionales, como esposas y madres, se podría decir como mujeres…-.

En esta misma línea de reflexión, E. Illouz en su obra Identidades congeladas (2007), expone que la esfera pública se ha transformado en un campo de exposición de la vida privada, de las emociones y de las intimidades. Aunque el proceso al que se refiere, abarca los últimos 20-30 años, en el film se puede observar su surgimiento incipiente. Como expone la autora, este proceso no puede entenderse si no se reconoce el papel clave de la psicología en la conversión de las experiencias privadas en una discusión pública. Así pues, en el film es posible identificar este papel central de la terapia que va ganando peso en el relato personal y en la autorrealización.

Reflexión personal

La identidad individual ha ido trasmutando hasta llegar a una desfragmentación total, suponiendo una extrema dificultad para entender su composición desde una perspectiva amplia y general. De la mano de los autores trabajados, me he acercado a su estudio desde una perspectiva concreta que creo, me ha permitido entender nuestra realidad actual.

Comparto todos los puntos de vista expuestos por los autores, aunque efectivamente, resuenan más unos que otros en mi lógica personal: Goffman, Gergen, Giddens y Sennett han sido quienes mediante los textos me han ayudado a poner palabras a muchas ideas que bailaban en mi cabeza. Taylor, Illouz, Berger y Luckmann han despertado nuevas interpretaciones y conceptos muy interesantes que desconocía y que seguro aplicaré en los futuros análisis.

La idea principal que tenía, antes de estudiar estos autores, es que la identidad es un concepto móvil que se somete a incesantes construcciones y deconstrucciones -en el sentido Derridiano- según los tiempos y contextos. Esta idea no ha cambiado, no obstante, gracias a las teorías objeto de estudio, he podido poner argumentos a dicha afirmación.

Bibliografía

  • BERGER, P. y LUCKMANN, T. (1996), «Teorías de la identidad» (págs. 238-251) en La construcción social de la realidad. Barcelona: Herder.
  • GERGEN, K. (2006), «El asedio del yo» [parcial] (págs. 19-34); «Del yo a la relación personal» (págs. 197-236) en El yo saturado. Dilemas de la identidad en el mundo contemporáneo. Barcelona: Paidós.
  • GIDDENS, A. (1997), «La trayectoria del yo» (págs. 59-106), Modernidad e identidad del yo: el yo y la sociedad en la época contemporánea. Barcelona: Península.
  • GOFFMAN, E. (2003), «Actuaciones» [parcial] (págs. 29-53) en La presentación de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires: Amorrortu Editoras.
  • ILLOUZ, E. (2007), «Conclusiones: un nuevo giro maquiavélico» (págs. 226-237), en Identidades Congeladas. Buenos Aires-Madrid: Katz.
  • SENNETT, R. (1978), «Cap. 8. La personalidad en público» [parcial] (págs. 189-218)»; «Cap. 11. El fin de la cultura pública» (págs. 567-586); «Conclusion. La tiranía de la intimidad» (págs. 417-420), en El declive del hombre público. Barcelona: Península.
  • TAYLOR, C. (1996),»Cap. 11 La naturaleza interior» (p. 201-214); «Cap 19. La ilustración radical» [parcial] (págs 341-359); «Cap 21. Lo giro expresivista [parcial] (págs. 389-402); «Cap 25. Conclusión: Los conflictos de la modernidad» [parcial] (págs. 517-535), en Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna. Barcelona: Paidós.

Recurso

  • Bergman, I. (productor y director). (1966) Persona [Cinta cinematográfica]. Suecia: AB Svensk Filmindustri.
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